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El Inti Raymi o Fiesta del Sol, es una antigua celebración de los pueblos andinos. En el Ecuador, se rememora cada solsticio de invierno (Junio 22) en algunas provincias de la Sierra, entre ellas: Imbabura, Pichincha, Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo, Azuay y Cañar.
En todas ellas la celebración es preponderante pues existe un derroche de alegría, colorido, música, cantos, danzas; además de una exquisita gastronomía, compuesta por distintos platos típicos de la zona: hornado, cuy, gallina criolla, papas, habas y el incomparable maíz dispuesto en varias elaboraciones. Todo esto para agradecer al dios Sol y a la Madre Tierra por su infinita generosidad, porque gracias a ellos se obtienen buenas cosechas que les permite sobrevivir y prosperar como pueblos.
No es posible iniciar esta celebración sin antes someterse a un ritual de purificación para lo cual se preparan aguas de baño, pócimas y bebidas a base de yerbas, hojas y otros productos extraídos de la misma zona.
En el ritual los chamanes o curanderos pronuncian frases y palabras sagradas; corean cánticos y alabanzas. Nadie puede interrumpir aquella liturgia que, para los asistentes, significa ‘llenarse de energía’ a través de un contacto único, de un encuentro espiritual directo y armónico con la naturaleza.
Luego viene la gran fiesta, los ofrecimientos de bailes y comparsas para lo cual los integrantes se preparan con esmero y dedicación todo el año. Al final se sirve la comida que es repartida por los patrocinadores con la colaboración de niños y niñas del lugar, quienes participan animadamente, miran y escuchan con atención, asimilan hasta el último detalle de esta ceremonia que, en su momento, les tocará preparar.
Los danzantes muestran toda su destreza y euforia, entre coloridos ropajes y desplazamientos cadenciosos que simulan, de momento, el vuelo de las aves; otros, el meneo e impulso de ciertos animales.
Asistir al Inti Raymi en Ingapirca (cañar), al de Cacha (en Chimborazo-Riobamba), al de Imbabura, donde comuneros de los pueblos indígenas otavalos, caranquis, cayambis y natabuelas realizan un recorrido simbólico por las principales calles de Ibarra. Asistir también al de Latacunga (Cotopaxi) o Pelileo (Tungurahua), es revivir ese enorme despliegue de sabiduría ancestral que poseen los pueblos andinos del Ecuador.
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El Inti Raymi o Fiesta del Sol, es una antigua celebración de los pueblos andinos. En el Ecuador, se rememora cada solsticio de invierno (Junio 22) en algunas provincias de la Sierra, entre ellas: Imbabura, Pichincha, Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo, Azuay y Cañar.
En todas ellas la celebración es preponderante pues existe un derroche de alegría, colorido, música, cantos, danzas; además de una exquisita gastronomía, compuesta por distintos platos típicos de la zona: hornado, cuy, gallina criolla, papas, habas y el incomparable maíz dispuesto en varias elaboraciones. Todo esto para agradecer al dios Sol y a la Madre Tierra por su infinita generosidad, porque gracias a ellos se obtienen buenas cosechas que les permite sobrevivir y prosperar como pueblos.
No es posible iniciar esta celebración sin antes someterse a un ritual de purificación para lo cual se preparan aguas de baño, pócimas y bebidas a base de yerbas, hojas y otros productos extraídos de la misma zona.
En el ritual los chamanes o curanderos pronuncian frases y palabras sagradas; corean cánticos y alabanzas. Nadie puede interrumpir aquella liturgia que, para los asistentes, significa ‘llenarse de energía’ a través de un contacto único, de un encuentro espiritual directo y armónico con la naturaleza.
Luego viene la gran fiesta, los ofrecimientos de bailes y comparsas para lo cual los integrantes se preparan con esmero y dedicación todo el año. Al final se sirve la comida que es repartida por los patrocinadores con la colaboración de niños y niñas del lugar, quienes participan animadamente, miran y escuchan con atención, asimilan hasta el último detalle de esta ceremonia que, en su momento, les tocará preparar.
Los danzantes muestran toda su destreza y euforia, entre coloridos ropajes y desplazamientos cadenciosos que simulan, de momento, el vuelo de las aves; otros, el meneo e impulso de ciertos animales.
Asistir al Inti Raymi en Ingapirca (cañar), al de Cacha (en Chimborazo-Riobamba), al de Imbabura, donde comuneros de los pueblos indígenas otavalos, caranquis, cayambis y natabuelas realizan un recorrido simbólico por las principales calles de Ibarra. Asistir también al de Latacunga (Cotopaxi) o Pelileo (Tungurahua), es revivir ese enorme despliegue de sabiduría ancestral que poseen los pueblos andinos del Ecuador.
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